El lector entre los muros y yendo de la cama al libro
Porque la asociación libre no funciona sólo recostada en un diván, y porque lo mejor o más significativo de lo que percibimos puede estar casualmente en esos síntomas casi desapercibidos. De ello, bien nos hace dar cuenta el Dr. House.
Una serie de escenas, motivos o temas, en tres de algunas de las películas que ví últimamente, parecen retomar un hilo conectivo que dibuja algo así como una breve historia clínica de los tantos modos en que entendemos, practicamos y recorremos ese macro, polifuncional y multifacético terreno de la lecto-escritura. Del transgénero documental-ficción, al drama, y la pornografía? la letra atraviesa en ellas multiples formas mutantes, diversos rostros de lo mismo. La palabra escrita como vehículo y herramienta de moldeo, de construcción ideológica, como marca en los posicionamientos de poder, como sello de igualdad o diferencia, de límite de lo decible o contrariamente índice de la más acabada forma de informar lo comunicable. Pero y además, instrumento de dominio en doble sentido, en ese al que me refería en cuanto letra/parámetro de situaciones, lugares y juegos de querer y/o poder; y ese otro referido a la valoración cultural que se le otorga al dominio ejercido por nosotros, sujetos del lenguaje, sobre la/s lengua/s como indicador de consensuada confirmación de una persona humana como digna y autónoma.
Un valor que a veces adquiere ciertos matices de tono sacro, de indeclinable "declaración jurada" por momentos necesaria, por momentos injustificada. En otras ocasiones, valor de bien capitalizado por algún presupuesto de mercado de turno, o valor acumulativo, pero preferentemente de intercambio diverso construyendo roles de diferencial signo social, político, económico, sexual, generacional,y más, en sus tantos modos de transacciones. En un espacio transgenérico documental-ficcionalizado o ficción-documentalizada, Entre los muros es quizás el filme que pone más en evidencia varias de estas sintomatologías. Sobre la huella de un guión surgido de la experiencia autobiográfica de un profesor , devenido profesor/personaje, se proyecta esta historia de roces, enfrentamientos y disparos de letras y palabras entre los muros de un aula. Un sitio espacial y discursivo claustrofóbico, reducido para tanto choque de subjetividades en un grupo de alumnos que conjuga las tantas etnias conviviendo en algún suburbio parisino.
La clase de lengua francesa es el foco que enfoca casi todo el tiempo fílmico. Allí, los encuentros entre las diferenciales cosmovisiones de aquellos que detentan el poder que otorga el saber disputado en las aulas, y quienes del otro lado más numeroso del muro, se resisten a creer que indefectiblemente ese saber es poder. Un profesor busca en contrapartida que la atención en los temas de la lengua, en sus formas y gramáticas ortodoxas no decaigan. Aplicaciones teóricas anquilosadas ante un colectivo de alumnos que no encuentran razones para conocer las diferencias entre el pretérito imperfecto del indicativo y el del subjuntivo, cuando ya ni sus abuelos usan éste útlimo extraño modo verbal para comunicarse. Los chicos no parecen interesados en cuestionarse algún futuro conjugando el "si yo supiera", porque para ellos se desdibuja la segunda parte que completaría la proposición, el lugar de un potencial desarrollo tras la conquista del saber "académicamente correcto". La relación autoridad/docente-alumno tambalea al ritmo de las tensiones, de una clase de chicos, a la que en algún momento le cuesta creerse capaz de realizar la incómoda tarea de escribir, al menos algunas pocas y merecidas palabras, a cerca de cada uno y sus propias vidas. Al profesor no le queda más que intentar la titánica tarea de remontar toda una estructura subjetiva en contexto de crisis, y no ya tan sólo de educación, para lograr al menos, de cada uno de ellos, un breve atisbo de letra elaborando algún proyecto de autorretrato escrito. "Si lo que tienes que decir es menos importante que el silencio, cállate" enuncia y anunica el tatuaje en el brazo de uno de esos chicos migrantes, de origen africano, el que irónicamente sorprende con un trabajo que encuentra en una serie de fotografías la mejor forma de hablar de él y su entorno. Pero será allí, paradójicamente, la imagen visual la que dirá, y la palabra, en rol secundario, será un poco más que una justificación. Como si el aprendizaje aulico de la lengua fuese terreno de un capital simbólico casi inabordable, aunque no por ello incuestionable.
En este filme un recorte de realidad se muestra sin pretensiones de desarrollar una historia de principio, desarrollo, nudo y desenlace. Más que ello es una muestra de laboratorio transgenérico exhibiendo un síntoma actual, llevado por efecto de la ficcionalidad a una intesidad que lo coloca en un sitio de percpeción desnaturalizada, aunque paradójicamente se muestre como un escenario de los más cotidianos de nuestras culturas actuales. Una historia de esas a las que les interesa más que el fin, quedarse en el nudo, con uno hecho de letras, palabras y lenguas, porque para desatarlo harían falta mucho más que 125 minutos de proyección fílmica. Siguiendo una entre otras líneas, en The Reader la letra pasa de los muros a la cama. Una mujer secretamente analfabeta, de unos treinta y pico de años y un adolescente estudiante quinceañero viven un apasionado romance a fines de los años 50', en contextos de la Alemania de post guerra. El idilio se establecía en un doble contrato de placer, antes de cada encuentro sexual, el chico leía a la mujer obras paradigmáticas de la literatura universal. El joven amante provocaba, sin conocer exactamente porque causa, un poder subyugante en la mujer, de tal modo que sexo y palabra se transformaron en el aparato de sostén erótico que mantuvo la corta pero intensa relación. Corta porque de repente, tras unos meses, la mujer desaparece sin dejar rastros.
El tiempo pasa y avanza en casi 10 años. El ex quinceañero, ahora joven estudiante de derecho, descubre en la escucha de un juicio oral acusando a un grupo de colaboradoras en llevar adelante los tantísimos crímenes acometidos por el holocausto nazi, a su inovildable primer amor de adolescencia. La misteriosa, sensible y pasional mujer que había marcado para siempre su vida afectiva-sexual, era ni más ni menos que una criminal. Pero lo más sintomatológico del filme, en el sentido que lo retomo aquí, es como se sostiene la caracterización de la mujer. En el transcurso del juicio, esa mujer que lloraba emocionada por efecto de las lecturas de su adolescente amante, junto a otras guardias de campo de concentración, revela como seleccionaban las víctimas camino a la muerte en Auschwitz, sin mostrar signos de evidente remordimiento. Como si una ley de "obediencia debida" la hubiese llevado a cumplir con el rol que le asignaba el llevar a cabo un trabajo, casi como cualquier otro.
Sin embargo en un momento del juicio la mujer se quiebra. Es allí donde entran a jugar cierta puesta de valores en palabra y letra. Las demás guardias la acusan de haber sido quien escribió una declaración, por todas ellas firmada, donde aseguraban, en contra de otros testimonios, no haber salvado a un grupo de prisioneras de un incendio en una iglesia en la que habían establecido una parada, a causa de "desconocimiento del hecho". La mujer en cuestión se ve presionada a dar a conocer su secreto inconfesable, su total incapacidad para leer o escribir, sin embargo prefiere hacerse cargo de la mayor condena penal para ella como autora de tal mentira en declaración jurada. Sus futuros años de prisión, sólo encuentran la satifacción en la escucha de los libros, que su ex amante grababa en cassettes y luego le hacía llegar en frecuentes envíos. Finalmente entre cintas y visitas a la biblioteca de la prisión, ella aprende a dar sus primeros letras. Sin embargo el suicidio de la mujer termina, un día antes de su puesta en libertad, con cualquier proyecto de futuro reencuentro con su ex amor y posible resarcimiento de alguna culpa.
Pero me pregunto ¿cuál es la culpa que soporta este personaje y su caracterización? De un modo extraño, casi inverosímil, parecería que se pretende sostener al personaje en la inconmesurable fuerza que puede llegar a adquirir la culpa de no saber leer ni escribir, el analfabetismo como crimen en mayor grado inconfesable, que aquel otro que llevaba a cientos de mujeres a morir en las peores situaciones en uno de los actos de genocidio más grandes de la historia. ¿A qué reconocimiento de poder de la palabra letrada se nos somete aquí a nosotros como espectadores? ¿Uno de aura bautismal casi sacrosanta? ¿de alta normativa en cuanto a parámetros para diseños de dignidades humanas? Una vez más ¿Cuál síntoma de nuestras culturas está señalando el sostenimiento del carácter verosímil de este personaje? Hay algo haciendo ruido entre estos presupuestos de jerarquización de valores involucrando las competencias en el dominio de la lengua. Y si esos ruidos se hicieran más agudos, la caracterización del personaje que debiera apuntalar el relato fílmico ¿no se fisuraría en una grieta de criterio insostenible? Retomando algún otro hilo, podemos continuar con Romance X, y la letra sigue yendo en ciertos momentos a la cama, pasando oblicuamente por alguna ambiente educacional y de aula. Una producción que cumple ya diez años, a diferencia de las dos anteriores estrenadas recientemente. Un filme catalogado desde entonces y hasta ahora como perteneciente al género pornográfico. Aunque un público adepto al porno más ortodoxo, creo, que en más de una ocasión podría llegar a sentirse defraudado con este otro porno.
Las escenas de sexo espectacular no son las preferidas aquí, sí una mirada que gira en torno a ciertos rodeos sobre tantos modos de abordar aspectos de lo sexual, pero desde una óptica "femenina", entre otros motivos quizás, por tratarse de un filme dirigido/guionado por una mujer Catherine Breillat y protagonizado por un personaje femenino que indaga sus zonas de subjetividad en relación a su cuerpo, su sexualidad y su vida de pareja en conflicto. El detonante que activa en ella una suerte de destino de búsquedas sexuales diversas es el desinterés de su pareja en coincidir con ella en ningún tipo de encuentro sexual. El deseo toma otras vías entonces, y la mujer partida en dos, busca reconciliarse con su "ser fémino" fragmentado, en el sexo ocasional con extraños, sin amor ni besos. Y entre esos extraños se cruza casualemente, en algún momento, con un personaje interpretado por el actor porno Rocco Siffredi. Aunque su cuerpo, desde el cuello hacia abajo descanse por momentos en necesarias pausas sexuales, su cabeza no para de divagar en unos rodeos que bien podrían clasificarse como "apuntes mentales para una filosofía metafísica del sexo y el porno". Y ésto ni siquiera cuando, en breve escena, se la muestre frente a sus alumnos, un grupo de niños para los cuales es la profesora de lengua francesa. En aquel ámbito escolar y no tan casualmente, conoce a un colega, un "educador" que la llevará a visitar ciertos sitios del sadomasoquismo.
Nuevamente se congregarán por aquí, sexo, letra y esta vez, unos cuantos ingredientes de porno sadomasoquista. Él y ella en casa de él, se reúnen en un diálogo sugestivo, antesala psico-mental de sexo más orgánico. Él le dice, dirigiéndose hacia su biblioteca, que le tenía reservado un libro para que ella se lo leyera. Él continúa: "Uno no debería prestar libros. Las mujeres deberían leernos. Así sabemos que prestaron atención" Ella le contesta que odia leer. Él asume entonces el rol de lector y retoma algunas frases de un libro de G. Bataille que seleccionó: "Cuando la Madre engendra al Hijo, el Hijo engendra a la Madre. Su acto creativo es el contrapunto de todo el proceso. En el engendramiento la Madre, él la purifica. Él la purifica y se purifica a sí mismo en un mismo acto. Él transforma a la prostituta de Babilonia en una virgen"
Acotado pero denso fragmento, ya que en cierta forma dibuja algo así como una clave de "lectura" y abordaje de este filme. No arbitrariamente, la mujer que atraviesa estos relatos transita de principios a fines de la película, de un lado a otro de sí misma, esos dos extremos polarizados, de la "prostituta de Babilonia" a la "virgen madre". Y todo esto en contextos que no dejan la letra en sus poliformas por fuera. Una cita de P. Klossowski sobre los escritos de G. Bataille, bien puede resumir algún otro sentido de esos que allí se superponen: "Georges Bataille tiene de común con Sade que en él la pornografía es una forma de la lucha del espíritu contra la carne; forma que está en ese sentido determinada por el ateísmo, pues si no hay Dios que haya creado la carne, al espíritu sólo le quedan los excesos del lenguaje para reducir a silencio los excesos de la carne."
Hasta aquí un boceto de historia clínica acerca de unos entre otros modos de bien-estares y mal-estares puestos en, desde y por tantas lenguas y letras. Un catálogo de síntomas que seguramente podría seguir ampliándose aún más y más.

Comentarios

  1. Me gustó mucho tu análisis de "The Reader". La vi y me quedé con una sensación muy rara. Pero como siempre, nunca la pensé, sino que me fui a dormir... Así que agradezco haber leído este post.

    Acerca de "Entre muros", la buscaré. En general no me gustan ese tipo de historias. Tuve la oportunidad de ser profesora de EGB (puaj) por unos meses y me paso eso de ver que los chicos no querían/podían escribir algo sobre ellos mismos. La idea de las fotografías me pareció muy buena. Quizá se podría usar internet (aunque en la escuela donde estuve no había computadoras...). Espero haberles dejado la idea de que es bueno pensar.

    Bueno, creo que después de este desorden me despido. Besos!

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  2. Hola Doña Nadie, cómo está!
    Gracias por sus palabras y su visita por estos sitios. Tuve también una breve experiencia, muy pero muy breve en un curso de la EGB...demasiado complejo para mi pobre competencia en la docencia y menos aún en estos tiempos...Lo de la fotografía como posibilidad de poner en imagen lo que no se puso en palabra es ciertamente sintomático. Desinvisibilizar otros modos de narrar, otros lenguajes que también dicen, sólo que de otros modos, ya lo creo que es un muy buen modo de encarar ciertos procesos de aprendizaje ida y vuelta. Internet es una herramienta más, en sí misma ni positiva ni negativa, como casi todo, se define en sus usos. Generar opciones en cuanto a poner a disposición una diversidad de herramientas y usos, supongo que será siempre una de las buenas maneras de ejercer docencia.
    Si ve "Entre los muros", pase a contarme luego sus percepciones.

    Besos!

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  3. PD:
    Doña Nadie aquí le dejo el link del sitio de donde bajé "Entre los muros" por si le interesa:

    http://www.taringa.net/posts/tv-peliculas-series/2535223/Entre-les-murs---Dvd-Rip----%5BRapidShare%5D%5BTuteclick%5D.html


    Ahora sí
    Saludos!

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