Una Bienal vacía
Ivo Mesquita, Director de la próxima edición de la Bienal de Arte de San Pablo sorprende con su propuesta de una Bienal sin obras de arte nuevas.
Una actitud provocadora la suya, con ella busca abrir un paréntesis, un espacio de reflexión acerca del funcionamiento y estructuración del sistema de arte actual, en sus fases de producción, distribución y consumo.
El anuncio y puesta en práctica de esta medida invita a tomar conciencia sobre el fenómeno de aceleración de la maquinaria productora de arte, así como del creciente surgimiento de Bienales Internacionales.
El vacío de obras nuevas en las salas de la Bienal remite entre otros temas, a la necesidad de repensar algunos de los problemas que se manifiestan el campo artístico de hoy, el aumento de producciones visuales en un contexto de vacío de análisis crítico que responda a las preguntas dónde estamos parados, hacia dónde vamos, y para qué público se produce en materia de arte. Una de las cuestiones quizás más significativas a tener en cuenta es la enorme brecha que existe entre, por un lado, los artistas, su producción y una pequeña elite de especialistas, y por el otro, una mayoría de espectadores “comunes” que no poseen conocimientos específicos sobre arte.
Ivo Mesquita, desde el lugar de la crítica continúa el juego en su momento abierto por M. Duchamp revisa y cuestiona los elementos y actores que intervienen en la determinación de las reglas del sistema del arte, así como también, a los organismos que legitiman a los artistas y sus producciones.
Y es aquí dónde el Director de la próxima Bienal de San Pablo pone el énfasis: ¿Doscientas Bienales por año para qué? El debate queda abierto.
Citando a Julia Kristeva, cuando señala que “Texto es lo que dice y hace decir” creo, que más allá de nuestra posición frente a la medida de no mostrar nuevas obras en una de las Bienales más importantes del mundo, seguramente esta acción hará decir y circular opiniones, saberes y posturas diversas al respecto.
Es casualmente en este punto, en el que me detengo y hago hincapié, ya que estoy de acuerdo con lo expresado por el crítico Gonzalo Garcés cuando dice que la misión del crítico es la de “poner en circulación sentidos fuertes y que el resto vendrá solo”.
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