Reformateos vampíricos

Algunas neoconfiguraciones vampíricas, en un diverso abanico de formas y formatos, no hacen más que generar nuevas preguntas y regenerar viejos interrogantes. Sensualidad, muerte erotizada, inmortalidad, deseo incontrolable del predador tras la presa, a ese justo instante en que el cuerpo es rojo y cálido fluir. Breve éxtasis que precede a la muerte. Y luego quizás, la maldita inmortalidad que continúa por siempre ese irrefrenable, y a veces paradójicamente indeseable deseo bestial. The curse, "menstruation", la maldición, esa sintomática amalgama de mal y sangre que la lengua inglesa usa para referirse también al renovado fluido femenino y rojo. Ese que mes a mes llama a la especie que busca trascender ¿inmortalizarse?
Lo cierto es que lo femenino (¿maldito?), y el sexo haciendo zoom en el éxtasis del orgasmo femenino metaforizado en la "petit morte", parecen filtrarse irrefrenable y evidentemente en el antiguo como vasto universo del vampirismo. Y ya que estamos hablando de féminas, chupasangres y antiquísimos relatos vamos por alguno de esos, de principios.
Dicen los mitos y narraciones de diversas culturas que fue una mujer de nombre Lilith la que dio origen al amplio árbol genealógico de vampiros. Pero además un dato no menor dice que Lilith antes de dedicarse a matar hombres bebiendo su sangre o extrangulándolos con su largo cabello, y a cortar la vida de recién nacidos, había sido la original primer mujer según los génesis bíblicos. Y otra vez la maldición eterna, a esa a la que la confinó Dios... y otra vez por una cuestión de sexo. Es que Lilith y el primogénito hombre Adán, habían sido creados del mismo barro y en simultáneo, pero parecería ser que sólo Adán gozaba de la posibilidad de elegir las posturas y frecuencias desarrolladas en las performáticas sexuales que los convocaba.
Lilith intentó una vana rebelión contra los dictámenes paradisíacos y entonces ante la negativa divina de equiparar los planteos de alcoba, esta primera no oficializada mujer se retiró a vivir su maldita vida vampira a los territorios del Mar Rojo. Todos sabemos como sigue después la historia. Fue luego una costilla adánica la que tuvo una hija de nombre Eva para resolver con ella el conflicto, porque no era bueno que el hombre estuviese solo. Pero no nos desviemos del tema. La cuestión es que pasaron muchos miles de años y Lilith de repente renace por aquí y allá. Una de sus últimas apariciones, de esas masivas, la tiene como una de las protagonistas de Neon Genesis Evangelion. Si bien no se corporiza allí como un dogmático vampiro, sí lo hace en forma de una apariencia híbrida, andrógina, pero que no por ello deja de ser de "signo femenino". Es allí el espectro, la madre de la humanidad y de la naturaleza, la luna negra, la enemiga de los niños recién nacidos. La que hacia el final de aquellos relatos en The end of evangelion se fusiona con el cuerpo de Rei, la piloto del primer biobroide EVA, tras lo cual se desencadena el Tercer Impacto Apocalíptico (2015) ¿Fatal destino o ansiado futuro renacimiento de la raza humana?
Una vez más retomemos la ruta y vamos por otro desvío. Cambiemos un poco nada más el ángulo de mira y sigamos un poco más adelante por los tránsitos de nuevas vampirizaciones. Otro de estos actuales relatos baja a ritmos crecientes hasta descender al Inframundo a su Evolución y luego a la Rebelión de los Lycans. Nuevamente en esta saga, la preciada sangre, una mujer de nombre Selene (en la última producción Sonja), y sumadas a estas, una lucha entre sectas de "Lycans" (hombre lobos) y vampiros, son los elementos protagonistas.
Y podríamos luego dar un salto hacia otros sitios de tránsitos similares y de tiempos casi paralelos. Más de sectas de vampiros enfrentados, esta vez los freaks son los "vegetarianos", esos que van sólo tras la presa animal, reprimiendo el instinto que los incentiva hacia el olor a sangre humana. Los del otro bando son los vampiros salvajes nómades, insistentes tras la caza de la presa que sus opuestos reniegan convertir en primer plato de su menú favorito. Pero y también entran a jugar otros lobos, y un clan de hombres descendiente de aquella animal casta. De tiempos lejanos, mantienen una relación de enemistad con todos los vampiros, vegetarianos y carnívoros. Por un tiempo, los territorios se demarcan y mientras no hayan invasiones un pacto diplomático de paz prevalecerá.
Estoy hablando de otra de las últimas y más difundidas narraciones de estos géneros, que esta vez nació con la letra novelada dirigida a un público adolescente. Se trata de Twilight (Crepúsculo) 2005, luego llevada a producción cinematográfica (2008). Pero y además del principio de una saga literaria que sigue un trayecto continuándose en Luna Nueva, Eclipse, y Amanecer. Su autora Stephenie Meyer, ya está en proceso de seguir los trazados de estas reconfiguraciones vampíricas en su última entrega Sol de Medianoche. En esta última, y a diferencia de las cuatro entregas anteriores, la historia es narrada no ya desde el punto de vista de Bella, la protagonista femenina de la joven pareja vampiro/humana, sino por uno de los integrantes de la familia de los "vegetarianos" Cullen, el misterioso Edward.
Fue éste el primero de los cinco vampiros hijos adoptivos del Doctor Carlisle Cullen y Esme (su mujer, por él vampirizada). Un padre da nacimiento a su hijo a través de la mordida que le inocula el fármaco (veneno y remedio) de la inmortalidad, con el fín de salvarlo de la muerte que lo acechaba al haber contraído, allá por el año 1918, una peste fulminante. Desde entonces y hasta ahora, Edward se mantiene viviendo 17 eternos años. Después de haber cumplido 90 veces 17, conoce a Bella y recién entonces su historia comienza a dar cierto inesperado giro.
Twilight en su versión fílmica dirigida por Catherine Hardwicke, editada por Nancy Richardson, y guionada por Melissa Rosenberg, sigue de cerca las huellas de aquel libro que retoma. Otra vez voces femeninas se hacen oír, tanto desde los afueras de la producción como desde el entramado interno de ese producto final que corre en el tiempo y espacio de tantas pantallas.
Edward es una imagen reformateada de vampiro. Quizás cierta femminización sea su causa, quizá no. La cuestión es que es él quien aplaza una y otra vez el encuentro con Bella y con su olor, con un aroma que, nunca como ahora, y desde hace mucho tiempo, le hace muy difícil mantener su autopromesa de dieta vegetariana.
"- Edward a Bella: Cuando probamos sangre humana sufrimos de un frenesí casi imposible de controlar (...) No quiero ser un monstruo. Mi familia y yo nos consideramos vegetarianos porque sólo sobrevivimos con la sangre de animales. Pero...es como un humano que sólo come tofu. Te mantiene fuerte pero nunca te satiface. Sería muy distinto a beber tu sangre, por ejemplo (..) En mi familia somos diferentes a otros como nosotros, sólo cazamos animales. Aprendimos a controlar nuestra sed. Pero eres tú y tu aroma. Es como una droga para mí. Eres como mi marca de heroína (...)"
El predador evade a su presa, le teme a su descontrolador encanto. Por primera vez el supernatural talento del que está dotado Edward, ese de leer las mentes, ante ella no funciona en absoluto. Rendido le confiesa el tormento que significa para él la seducción de la sangre humana, y la de ella en especial. Se exhibe a sus ojos a la luz del día, para mostrar lo que hay bajo esa cautivante pero engañadora piel humana. Pero debajo de ella, la luz no transparenta ninguna esperada deformación monstruosa, sino otra piel luminosa, "incrustada de diamantes" que, lejos de decepcionar a los ojos que la acusan (los de Bella y los nosotros los espectadores), embelesan aún más. El predador es casi etéreo, de una materialidad traslúcida, en algún sentido frágil, aunque no del lado de la debilidad física. Porque como es de esperar, para estos seres ¿infra o suprahumanos?, su cuerpo es más fuerte y veloz que el de cualquier hombre.
Y mientras, a igual ritmo de mutaciones, la presa también gira junto al particular retroceder de su desmantelado persecutor. Es Bella la que, no reconociendo en ningún momento temor alguno, busca hasta último momento ser cazada por su ¿víctimario o víctima?
"- Edward: Soy un asesino.
- Bella: No te creo.
- E: Porque crees una mentira. Es un camuflaje. Soy el predador más peligroso del mundo. Todo de mí es una invitación. Mi voz. Mi cara. Hasta mi aroma. Como si necesitaras de todo eso. Como si pudieras huir de mi. Como si pudieras vencerme. Estoy diseñado para matar.
- B: No me importa.
- E: He matado a muchos.
- B: No me importa.
- E: Quería matarte. En mi vida ansié tanto por la sangre de un humano (...)
- E: Así que el león se enamoró de la oveja.
- B: Qué oveja tan estúpida.
- E: Qué león tan enfermo y masoquista (...)"
A medida que transcurre el tiempo fílmico, el aplazamiento es lo único que se mantiene tensionante hasta el final. Ni la consabida mordida yugular, ni con ella ningún encuentro sexual, pasional o desenfrenado, llegan. Sólo la insistencia de lo que se suspende. Al menos durante esta primera entrega en Twilight. Porque pareciera ser que las posteriores series de la saga literaria (y futuros proyectos cinematográficos) vienen con agregados de otros ingredientes y con la llegada de lo que se hizo esperar por aquel aplazado tiempo, y más.
Pero a pesar de ciertos otros rodeos de suspensión, en Twilight el género no llega a desdibujarse totalmente. La caza vampira no vendrá del propio centro protagónico de la trama, sino de alguna diagonal que la atraviesa. No la protagonizará Edward, sino James, uno del grupo de los otros, de esos nómades que gozan como nadie de aquel juego. De sus movidas jugadas vendrá algo de la acción que se espera en estos particulares universos de historias y mitos remixados.
Después de estos breves recorridos por ciertas galaxias vamp, podrían sentirse surgir unos entre otros interrogantes ¿Será que los vampiros se humanizan o que nosotros nos estamos vampirizando? Y éstas renovadas generaciones vampíricas ¿de qué otros modos se reformatean?, ¿será quizás al ritmo de algún signo femenino? y si así fuera, ¿visto desde qué otra perspectiva?

Por ahora en la única pista que me animo a arriesgar es en la que pareciera estar indicando rumbos transitados por cierto asomo de una genealogía de vampiros freaks vegetarianos. Una que quizás se originó no hace mucho con el Conde Pátula (uno de mis vampiros favoritos) y que acaso se encuentre en plan de crecimiento, al ritmo de alguna onda de expansión.

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