Diseños reticulares de formas y morfeos
La red puede tener variadas formas, entre ellas esas que dibujan las superposiciones. El tejedor nunca es uno, sino una dinámica de prácticas y usos sociale que es a la vez multiplicidad de hilos enredados y la propia acción de entretejer. Los sentidos de la trama no se dirigen necesariamente por vías de cronologías lineales o políticas y discursos unidireccionales, sino que se enredan en las constantes tensiones de cables interconectores de lo público y lo privado, lo real y lo imaginario, lo "virtual" y lo "físico", lo corporativo-privativo y lo no-corporativo-comunitario, lo piramidal y lo horizontal. Éstos sólo algunos entre tantos otros juegos de tires y aflojes. Así, los entre-tejidos tensan un tramado diseñando ciertas zonas de interferencias, sin claras líneas de demarcación, a modo de escenarios mixturados, como aquellos que surgen de interminables cruces entre los sitios del sueño y la vigilia.
Un período que constituye una totalidad de sentido, una memoria y una ensoñación colectiva que obliga a pensarla como aparición de una nueva constelación de significaciones y no como el simple producto de campañas políticas y de marketing." Lo tecnológico y lo imaginario - Daniel H. Cabrera
"Joseph Addison ha observado que el alma humana, cuando sueña, desembarazada del cuerpo, es a la vez el teatro, los actores y el auditorio. Podemos agregar que es también el autor de la fábula que esta viendo (...) Una lectura literal de la metáfora de Addison podría conducirnos a la tesis, peligrosamente atractiva, de que los sueños constituyen el más antiguo y el no menos complejo de los género literarios.
Esa curiosa tesis (...) podría justificar la composición de una historia general de los sueños y de su influjo sobre las letras (...) Esa hisotoria hipotética exploraría la evolución y ramificación de tan antiguo género, desde los sueños proféticos del Oriente hasta los alegóricos y satíricos de la Edad Media y los puros juegos de Carroll y Franz Kafka. Separaría, desde luego, los sueños inventados por el sueño y los sueños inventados por la vigilia.
Este libro de sueños que los lectores volverán a soñar abarca sueños de la noche -los que yo firmo, por ejemplo-, sueños del día, que son un ejercicio voluntario de nuestra mente, y otros de raigambre perdida: digamos, el Sueño anglosajón de la Cruz.
El sexto libro de la Eneida sigue una tradición de la Odisea y declara que son dos las puertas divinas por las que nos llegan los sueños: la de marfil, que es la de los sueños falaces, y la de cuerno, que es la de los sueños proféticos. Dados los materiales elegidos, diríase que el poeta ha sentido de una manera oscura que los sueños que se anticipan al porvenir son menos precisos que los falaces, que son una espontánea invención del hombre que duerme.
Hay un tipo de sueño que merece nuestra singular atención. Me refiero a la pesadilla, que lleva en inglés el nombre de nightmare o yegua de la noche, voz que sugirió a Víctor Hugo la metáfora de cheval noir de la nuit pero que, según los etimólogos, equivale a ficción o fábula de la noche. Alp, su nombre en alemán, alude al elfo o íncubo que oprime al soñador y que le impone horrendas imágenes. Ephialtes, que es el término griego, procede de una superstición análoga." Libro de sueños - Prólogo - Jorge Luis Borges
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"Érase una vez un inventor tan genial para crear vida, tan genial, que no tenía igual. Al no tener mujer ni hijos decidió crearles en sus alambiques. Empezó con su esposa y quiso que fuera la más bella de todas las mujeres, más por desgracia el hada mala de la genética hechizó al inventor con tan mala suerte que la princesa nunca sobrepasó las tres pulgadas. Luego hizo seis bellos clones a su imagen, fieles y laboriosos, tan parecidos que se los confundía, más la suerte volvió a serle esquiva y se vieron afligidos por la enfermedad del sueño. Como necesitaba un confidente hizo crecer en una pecera un pobre cerebro afligido por migrañas.
Y por fín creó su obra maestra, el más inteligente de los hombres. Por desgracia, el inventor volvió a equivocarse y tampoco le salió perfecto. No sabía soñar. Jamás pudo tener un solo sueño.
No es posible imaginar con que rapidez envejecía, pues era el más infeliz de la tierra (...)
Y después de haber cometido las peores crueldades murió entre feroces sufrimientos sin saber lo que era soñar."
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