Angel de tierra Se trata de otros ángeles, de esos que andan por tierra muy adentro, en cruzadas misiones exploradoras hasta llegar al microuniverso de la cochinilla y sus modos de trascender en el sabor del vino. - La muerte no es nada, pero si estuvieras completamente muerto no me oirías. Así que estás por aquí Angel. En medio del océano más vasto y desconocido que puedas imaginar. La existencia siempre va acompañada de un sonido de fondo llamado angustia que sólo se soporta a medias. Pero, ¿no te agobias? Vives en la única luz conocida del universo. Una isla diminuta a la altura de tus ojos, pero aún atravesada por agujeros de misterio. Un misterio, la cochinilla. Con dos centímetros y catorce patas es responsable de que los vinos de esta comarca tengan sabor a tierra. Otro misterio yo, soy la parte de ti que ha muerto y te habla desde el cosmos. Así que has trascendido en vida como la cochinilla en el vino. Pero eres tú el que estás aquí para algo, ánimo! Soy mitad hombre, mitad ángel. Estoy medio vivo o medio muerto. Soy esta voz espontánea que sale de tu mente sin que yo lo pueda evitar (...) Angel: - Buenos días, soy de URTZY fumigaciones y pesticidas, quisiera hacerle un cuestionario (...) Angel: -¿Ha notado si su vino tiene un color más pardo de lo normal?. Tomás: - No. Angel: - ¿Y más negro?. Tomás: - No. Angel: - ¿Y azul?. Tomás: - Pues nunca he visto un vino azul. Angel: - Ya, es que hay que verlo de noche, en la oscuridad. Tomás: - En la oscuridad, claro. Yo por eso desde que murió mi mujer prefiero no tomar vino por las noches. Me pone triste. Angel: - ¿Y ha notado si su vino tiene sabor a humo?. Tomás: - No. Sabe a tierra, como todos los de la comarca, y es por la cochinilla ¿lo sabía? Angel: - Sí, claro. Hay una plaga. Pero tiene además muy de fondo un sabor como a helada. Sí, como a aire frío, seco. Tomás: - No, pero le voy a poner un vaso para que lo pruebe usted mismo. Angel: - ¿Usted sabe por qué la cochinilla da ese sabor a tierra al vino? Tomás: - No. Angel: - Nadie lo sabe. Y eso es un misterio. El caso es que el sabor a tierra a mi me resulta muy agradable. Angela: - Eso mismo digo yo ¿verdad papá?. Angel: - Gracias es la primera cosa agradable que me dicen hoy. No entiendo por qué os empeñais todos en acabar con la cochinilla Angela: - Yo tampoco (...) Angel: - El enigma de la cochinilla es tan inofensivo que aún está por resolver. Conseguir que el vino sepa a tierra es insignificante aunque no tenga explicación. Pero si pudieran cambiar las colinas de sitio o el carácter de las gentes, o simplemente fabricaran viento, el cielo se movería y la ciencia perdería el tiempo con ellas. Debería haber cielos así por todo el planeta, sí. Mi infancia hubiese sido extensa y horizontal si me hubiesen criado bajo un cielo como este (...) Tomás: - Me estoy volviendo loco, mi mujer y yo siempre hemos vivido juntos y ahora... Angel: - Los separa una distancia enorme. Tomás: - ¿Enorme? Es enorme ¿verdad?. Angel: - Claro tu mujer está a más de veinte mil años de aquí. Esa es la edad del universo, y como ella ha dejado de existir ha tenido que retroceder todo este tiempo. Tomás: - Es una pérdida enorme. Angel: - Vivimos a la altura de nuestro ojos, a mitad de camino entre las estrellas y los átomos. Sólo podemos movernos con el pensamiento. Tomás, imagina ahora mismo una cochinilla ¿la ves? Tomás: - Sí. Angel: - Bien, una vez que tu mente puede viajar a lo más pequeño también puede llegar a lo más grande, y entonces puedes ver el borde del universo. Eso tienes que hacer con tu mujer, pídele que se acerque y la abrazas (...) Angel: - ¿Sabíais que la mayor parte del cosmos está vacía? Fijaros, si nos soltaran al azar en el medio del cosmos la probabilidad de encontrarnos sobre un planeta sería prácticamente nula. ¿Queréis saber cuál es? Una entre mil millones de billones de billones. En la vida cotidiana esa probabilidad es despreciable, y mira, aquí estamos tres de los afortunados merendando juntos (...) Angel: - El peligro del miedo es que puede llevar a cabo lo temido. Así que no le mires, vuelve la cabeza y dale la espalda (...) Mari: - ¿Qué me pasaría si respiro ese polvo blanco? . Angel: - Te morirías en cinco minutos. Mari: - Pues yo prefiero morirme en muchísimo menos tiempo. ¿Y tú? Angel: - Cuanto más rápido, mejor. Mari: - En eso nos parecemos (...) Mari: - Yo también tengo un problema (...) Quiero cambiar de persona, y de vida. Dificilísimo. Angel: - ¿Qué te pasa?. Mari: - Nada, pero es que me excito enseguida. Tengo mucho sexo ¿sabes?. Angel: - Pero eso no es malo, ¿ o si?. Mari: - Ya, pero estoy harta. Nunca me he enamorado, ¿y tú?. Angel: - Sí, yo sí. Mari: - ¿Y cuál es tu problema?. Angel: - ¿Yo? ¿problema? No estoy bien conectado. Lo mío es desdoblamiento de personalidad. Por lo visto la culpa la tiene mi imaginación que está muy excitada. Mari: - Como mi sexo. Angel: - Eso es (...) Angel: - Cuanto más vivo me siento, más veo lo que soy y mejor entiendo a lo que he venido. He acabado con la cochinilla para todo un año. El vino de la próxima cosecha tendrá un reconocible sabor a no tierra. Ahora soy yo el que ha trascendido en el vino. A eso he venido y pienso celebrarlo! (...) Angel: - Es importante el café, sobre todo para mi cabeza que siempre es la más liada. ¿Sabíais ustedes que nuestro cerebro contiene un universo de diez mil millones de neuronas y mil billones de circuitos? Sólo ocupa mil quinientos centímetros cúbicos y esconde allí un océano negro, desconocido. Siempre falta luz. Pero es un generador de desorden. Sus leyes obedecen al azar, así que comete muchos errores. Además es una máquina de hacer ruido. Aunque el ruido mental no se oye ¿no?. Como el polvo cósmico, que yo nunca lo he visto ¿vosotros? (...) Angel: - Angel escúchame por última vez. No me voy a ir contigo. Si alguna vez me necesitas vas a enconrarme aquí al lado de Angela, bajo estos cielos que tanto nos gustan. No olvides nunca esta isla aunque sólo sea como un recuerdo perdido en la inmensidad. Como la cochinilla bajo la tierra. Como la tierra en medio del cosmos. Como una diminuta partícula en el fondo de tu imaginación. Aquí viviré si no me olvidas. Mari: - Qué bien huele el mar, no hay nada mejor...

Comentarios

  1. Probablemente la mejora pelicula que he visto en mi vida.Que bellas palabras...que preciosas imagines...una verdadera obra maestra!

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  2. Hola! Sin dudas, una muy buena película, hermosa en muchos de sus modos de decir.

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